Como padres, siempre buscamos la mejor forma de proteger a nuestros niños y mantenerlos lo más saludables posible dentro de nuestras posibilidades. Y es en este punto donde aparecen las vacunas, que pueden estar presentes desde el día del nacimiento hasta la vida adulta de una persona.
Pero, ¿qué son las vacunas? En su mayoría, son medicamentos elaborados a partir de agentes infecciosos, los que son trabajados para quitarles su dañino efecto de producirnos una enfermedad. Lo que sí mantienen estos agentes, es la capacidad de estimular nuestra respuesta protectora del sistema inmunológico.
¡Por eso, son inyectados en nuestro cuerpo para protegernos de distintas enfermedades que pueden incluso ser mortales!
Luego de una vacuna, debemos tener algunos cuidados muy simples s que ayuden a nuestro organismo a procesar los agentes que ingresaron a nuestro cuerpo.
Por ejemplo, es recomendable que aumentes la ingesta de líquido y que apliques un poco de frío local para evitar la inflamación en la zona tratada. También de recomienda hacer una rutina diaria más pausada.
Además, te contamos que es normal que los niños, luego de vacunarse, pueden tener ciertos síntomas como fiebre leve, inflamación en la zona tratada o decaimiento . Lo recomendable es monitorear a tu pequeño y no administrar medicamentos si no fueron indicados por el pediatra.
Es importante que como padres observemos a nuestros hijos para controlar los síntomas o efectos que pueden tener la vacuna en su cuerpo. Por ejemplo, si tu pequeño presenta fiebre sobre los 39,5 ° C, llora por largas horas por dolor o comienza a tener algún comportamiento fuera de lo normal, lo recomendable es acudir a un pediatra a la brevedad para controlarlo, siempre indicándole qué tipo de vacuna fue la que recibió y hace cuánto tiempo.
¡Cuidar nuestra salud y la de nuestros pequeños es fundamental para disfrutar juntos!
¡Cuidamos lo que más amas!
