Ciertos padres intentan mantener a los niños ajenos a las preocupaciones de los adultos. De esta forma, se busca proteger a los pequeños de asuntos que, en la mayoría de las veces, no logran entender.
Pero también existen padres que buscan en los niños un apoyo, una distracción o simplemente contención en sus hijos.
Es importante que sepas que en ambos casos los niños se verán afectados de diferente forma. Los pequeños logran percibir los cambios conductuales y de ánimo de los padres, y es muy normal que comiencen a preguntar si están bien o por qué están tristes. Incluso, pueden a llegar a pensar que hicieron algo mal y sentirse responsables.
Por otro lado, involucrar a los niños en asuntos o preocupaciones netamente de adultos, los pone a ellos en una posición de un adulto más, delegándole una responsabilidad emocional que ellos no alcanzan a entender a corta edad, y menos pueden solucionar.
Por eso, lo recomendable es siempre conversar con los niños a un nivel que ellos logren comprender por qué papá o mamá están algo nerviosos. No es necesario darle detalles de nuestras preocupaciones y explicarles con todos los detalles, pero sí es importante que los hagas parte de una forma delicada, sin pasar a llevar su seguridad ni su confianza.
No olvides que los adultos, principalmente sus padres, somos sus mayores referentes de cómo actuar frente a determinadas situaciones. Si ellos te ven constantemente alterada, estresada y con muchos cambios emocionales y conductuales, es muy probable que tus pequeños comiencen a tener un comportamiento similar, pues es lo que aprenden.
La familia es el pilar fundamental en el desarrollo emocional, conductual y valórico de los niños. Si tú les transmites seguridad, confianza y estabilidad, ellos crecerán con estos sentimientos integrados y podrán enfrentar de mejor forma sus propios desafíos.
¡Todo es mucho mejor si lo enfrentamos con amor!
¡Cuidamos lo que más amas!